Dallas: la vuelta del ícono


La serie Dallas no fue un programa televisivo más. Fue una ficción que marcó un antes y un después dentro de su género, e incluso en la propia historia de la televisión. Fue el punto de partida para que guionistas y productores probaran nuevas formas de mostrar a los personajes en las series, de exhibir a los conflictos en los lazos familiares como los verdaderos obstáculos que muchas veces tienen las personas. Y por sobre todo, el hecho de que los personajes malos pueden ser más populares que los buenos.

Dallas fue producto y contexto también de su época. Su creador David Jacobs tomó la idea de producir una serie dramática donde los conflictos de los personajes sean dentro de una familia de millonarios. Por aquellos años Estados Unidos atravesaba una situación económica y social complicada. La consecuencias de la guerra de Vietnam, el desempleo y una recesión económica que se profundizaba, fueron el escenario perfecto para que se planteara una serie sobre los ricos y poderosos “matándose” entre ellos. En un principio la historia iba a tener como escenario a la ciudad de Nueva York y el universo financiero de Wall Street, pero posteriormente sus productores decidieron que esta ciudad ya estaba muy usada en ficción y decidieron trasladar la historia a la ciudad de Dallas, en Texas, teniendo como contexto el negocio del petróleo.

El personaje de J.R. Ewing fue “el malo” por excelencia de la televisión. Es sabido que los malos son los que generan los conflictos y obstáculos para que los protagonistas no puedan alcanzar lo que desean. Y aquí, el personaje interpretado por Larry Hagman, encerraba los anti valores más resaltantes que pueden existir en la sociedad: La ambición sin límites, la envidia, el egoísmo y la soberbia. Un “malo” así es la “manzana podrida” en el cajón. Y mientras exista, los conflictos van a ser moneda cotidiana. Es por ello que los productores y guionistas se fijaron un objetivo durante los trece años que duró la serie: se pueden cambiar los elencos, personajes, libretos… Pero el personaje de J.R. Ewing, y su actor Larry Hagman, tienen que estar siempre. Es el eje de todos los conflictos, y por ende de la atracción e interés de la audiencia.

A mitad de los años 80 algunos críticos se pusieron a analizar el éxito rotundo de Dallas, y sobretodo de la popularidad de J.R Ewing. En las encuestas siempre salía como el personaje más odiado, pero a la vez más querido de la historia. Y un dato interesante era que la sociedad veía al personaje como una metáfora de los problemas sociales del momento, que habían llevado al país a la crisis financiera y social en la que se encontraba. Con este dato, quizás no es casualidad más alla de muchos otros factores, que el rating de la serie haya comenzado a bajar a medida que el país fue recuperándose bajo las políticas del entonces presidente Ronald Reagan.

La serie duró 356 episodios a lo largo desde 1978 hasta 1991, y su caso es tomado como ejemplo y estudiado en escuelas y universidades donde se dictan clases de guión televisivo. Su influencia marcó un punto de partida no sólo para las series, sino para el género melodramático de la telenovela.

Si bien hace muchos años se maneja la posibilidad de una nueva temporada de la serie, nunca se dieron las condiciones para que eso suceda… hasta ahora. El canal TNT acaba de producir una nueva versión que no se trata de una remake, sino de una continuación. Para ello tuvieron que convencer a algunos de los veteranos actores de la serie original para que participaran, entre ellos a Larry Hagman, que hoy ya cuenta con 81 años. Sin embargo aceptaron la propuesta y se embarcaron en esta continuación de la historia, en la cual persisten los conflictos entre los viejos, y aparecen nuevos problemas entre los hijos de aquellos. Y sin dudas es un acierto la elección del mismo elenco para interpretar los personajes clásicos. La memoria del público asocia una cara a un actor, y era imposible ver a J.R. Ewing en otro actor que no fuese Larry Hagman. La estrategia es cautivar al público que la vio, y conquistar una audiencia nueva con los personajes jóvenes-

El primer episodio, que es parte de un total de diez en esta primera etapa, conservó la esencia de la serie pero, por supuesto, adaptada al lenguaje televisivo actual. Frente a remakes fallidas como Los Ángeles de Charlie o 90210, Dallas es una continuación que mantiene lo mejor de lo viejo, y plantea un buen futuro con lo nuevo. Y para la sociedad norteamericana surge en un contexto similar a la original en 1978: posguerra, crisis económica y alto desempleo. Quizás esto tampoco es casualidad.

Por Juan Pablo Martínez Kolodziej

Weeds y Breaking Bad: ¿el medio justifica el fin?


Familia de clase media, drogas, muerte, crimen, huida…. Todas estas son palabras que podrían pertenecer tanto a una descripción de Weeds como de Breaking Bad. En ambos casos se trata de series norteamericanas que este año llegan a su fin luego de varios años de éxito.

¿Qué es lo que realmente une a estas producciones? En palabras simples, la lucha desesperada de una persona por sacar adelante a una familia, sin importarle la violación de los códigos morales de la sociedad en la que vive. Los protagonistas de ambas series provocan una relación de simpatía por parte del público que luego parece cada vez menos justificada, ¿pero es necesario que siempre estemos del lado de los buenos? ¿Qué tal si, en contra de lo común, esta vez estamos del lado del antihéroe? Por este camino nos han llevado ya varias producciones de los últimos años como Dr. House o The Sopranos, por citar sólo dos de los ejemplo más paradigmáticos.

Weeds, creada por Jenji Kohan, debutó en los EE.UU en agosto de 2005. El género que mejor describe a esta serie es el de la comedia dramática, y es que las situaciones en las que ve involucrada una madre de familia de la alta clase media para mantener las apariencias rayan en lo absurdo.  Nancy Botwin debe velar por sus hijos – de 10 y 15 años – en la situación de quiebra en que queda luego de la muerte de su esposo. Nancy ve la salida a sus problemas en la venta de marihuana.

Walter White, personaje principal de Breaking Bad, es profesor de química en una secundaria a pesar de estar sobre calificado para el puesto. Esta serie, creada y producida por Vince Gilligan, tiene un tono más dramático, aunque muchas veces lo tragicómico de las escenas nos hagan reír al igual que en Weeds.

Diagnosticado con cáncer terminal, Walter se ve obligado a encontrar una forma de dejarle el dinero necesario a su esposa – embarazada de 6 meses – para que a ella y su hijo discapacitado de 17 no les falte nada. Walter encuentra la solución en la venta de metanfetamina.

Aquí es donde nos encontramos con un conflicto moral, porque vivimos en una sociedad en la que tanto la venta de marihuana como la de metanfetamina son estrictamente ilegales y más que eso, están relacionadas con redes de altísimos índices de criminalidad. ¿Hasta dónde puede llegar nuestra simpatía por los personajes de Nancy y Walter que ven en estos negocios la única forma de salvar a sus familias?

A medida que se suceden los capítulos, en ambas series se vuelve cada vez más difícil la justificación de los actos de los protagonistas que ya muchas veces no persiguen únicamente la supervivencia sino que son teñidos de ambiciones que los hacen cada vez más inescrupulosos. Sin embargo, y esto es lo que lleva al televidente a seguir cada capítulo, las acciones de Nancy y Walter tienen su consecuencias y la superación de cada obstáculo es lo que hace de estas series productos que no pierden el hilo del suspenso.

Gilligan ha hablado de las dificultades que presenta el personaje de Walter White para él a la hora de escribir por su carácter tan oscuro y moralmente cuestionable: “extrañaré el programa cuando termine, pero de algún modo también será un alivio no tener más a Walt en mi cabeza”.

Tanto Weeds como Breaking Bad son ejemplos de un producto televisivo que además de entretenernos nos lleva a una reflexión profunda. En una entrevista realizada por la revista Newsweek, Vince Gilligan expresó la que según él es la diferencia primordial entre ambos programas: “Weeds es un programa más jocoso acerca de las trampas de los suburbios, a diferencia de nuestra serie que es más un estudio de personaje acerca de este hombre que va dejando de lado su propia alma”.

Ambas series presentan, aunque de formas muy distintas, un mismo conflicto: el protagonismo del antihéroe que con una moral propia, distinta a la de la mayoría de la sociedad, persigue un fin bondadoso… Y aquí la pregunta que surge inevitablemente es ¿hasta qué punto el fin justifica al medio?

Por Yasmin Reddig

La Dueña: un dilema entre dos personajes


Mirtha Legrand es la dueña de muchas cosas: de un lugar de privilegio en el mundo de los medios de comunicación de Argentina, de muchas películas memorables de nuestro cine nacional, de un espacio único de vigencia en la televisión abierta argentina y dueña de sus propios deseos, donde elije qué hace y qué deja de hacer.

Una trayectoria de más de casi 70 años lleva a que su protagonista ejerza el derecho de mirarse a sí misma todo el tiempo. Es el proceso lógico que vive todo artista, el de volver sobre su pasado y trayectoria y convertirse en autorreferencial. Y esto es en realidad La dueña: el lugar, desde la ficción, en donde ML puede volverse a presentar en escena, a mirarse en cámara y a ponerse en contacto con su público. Casi nos animamos a decir, que la ficción elegida es un pretexto para que este proceso se ponga en marcha. Es más, cualquier ficción hubiera sido el terreno propicio para que esto sucediera. ¿La dueña es entonces una excusa? Sí, para que ML siga siendo y haciendo de ML. Esta libertad se la dio la historia que construyó y de la que no puede disociarse; porque ella ya es su personaje y lo representa en cada acción que realiza, tanto en su vida privada como profesional. ML es ELLA en un noticiero, a la salida de un teatro, en un almuerzo o en una ficción. Es decir, el nuevo programa está subordinado a ML y esto hace que algunas características propias del género elegido, se desvanezcan o no tengan el peso que una ficción, en el canal que se emite, requiere.

Es el gran desafío de los productores: ¿Se va a dar a conocer el personaje de Sofía Ponte o a Mirtha Legrand como Sofía Ponte? Y la respuesta es sólo una: ella es las dos en una. Y por momentos, según cada toma o cada escena, una gana a la otra, aunque por lo general, debemos reconocerlo, ML gana a Sofía Ponte.

¿Y cómo se acerca el público al programa? Sin dudas, a ver a la segunda, a ML, a la que conoce, con la que se identifica, de la que sabe cómo va a reaccionar a cada instante. Por ello, la ficción no emociona ni logra empatía, lo que queremos es que ML sea ella, sea ML, y no Sofía Ponte y desde este dilema, la audiencia debe realizar un esfuerzo enorme por sostener su fidelidad al programa. A ML se le cree por ser ella misma, no por ser ML interpretando a otra persona. Ella no puede desligarse de su personaje y construir uno autónomo. ¿Se podrá? ¿Un productor lograría esto? ¿O el peso del personaje principal ya conocido es tal que opaca cualquier intento de originalidad?

La propia actriz ha dicho:

"Resulta muy difícil alejarse de lo que uno fue durante tanto tiempo. Desprenderse de los gestos, de las expresiones, de las actitudes y hasta de las manías que uno tiene no es fácil. Por eso, a veces dejo que se cuelen algunas cosas que son de mi cosecha. Eso sí, con la anuencia del autor y del director". (En: http://www.lanacion.com.ar/1465015-mirtha-legrand-duena-senora-y-diva, consulta 22 de junio de 2012).

Frase tan cierta e irrefutable a la vez: no se puede dejar de ser Mirtha Legrand, ni en la vida real ni en una ficción. 

Por Gabriela Fabbro

Un festejo poco feliz para Ideas del Sur

A pocos días de cumplirse dos semanas, Ideal del Sur está de fiesta. El nuevo ciclo de Showmatch desplegó sus alas y promete una temporada que revolucionará la audiencia. 

 
La expectativa empezó el año pasado con el comienzo del nuevo ciclo de ‘Soñando por Bailar 2’, bajo la conducción de Santiago del Moro, el reality que premiaba a un soñador con la esperanza de llegar a participar en el programa de Marcelo Tinelli. Con un promedio que medió entre los 13 y los 15 puntos por fin de semana, el certamen no fue de lo más visto de la temporada de verano. Como consecuencia, el monopolio autopoiético de Tinelli siguió evolucionando con ‘Este es el show’, ‘La cocina del show’, el inicio de ‘Soñando por cantar’ y ‘Sábado Show’. La disputa entre los jurados por el camarín más grande, los rumores por el ingreso de un sexto jurado, el divorcio público de Carmen Barbieri y Santiago Bal, la aparición de la figura de Ayelen Paleo y las especulaciones acerca de los participantes convocados generaban intriga en los espectadores.

Finalmente, luego de diversos cambios de fecha, el pasado lunes 11 de junio, empezó ‘Bailando por un Sueño 2012’, bajo la conducción de Marcelo Tinelli, un jurado conformado por Moria Casán, Carmen Barbieri, Anibal Pachano, Flavio Mendoza, Marcelo Polino y la incorporación de Antonio Gasalla. La ‘revolución’ tan publicitada por Canal 13 dejó mucho que desear. Un gran despliegue de producción, un elenco de bailarines, acróbatas, contorsionistas, streedancers, la aparición de Piquín y un majestuoso show de tablets, fallaron en contar una historia. El problema radicó en que el público esperaba sorprenderse y quedarse atónito frente a la producción número uno del país, un juego de luces, efectos especiales y movimientos poco sincronizados no fueron suficientes para abastecer a una audiencia cada vez más exigente.

La vedette de la noche fue Florencia Peña, quien controversialmente decidió no solo participar de la competencia sino también ser la inauguradora de la pista de baile. El sketch fue otro de los fracasos de la apertura, varios minutos de aire desperdiciados en una secuencia con poca acción entre Peña, Tinelli y la aparición de Rial. El guionista no supo aprovechar la espontaneidad de la comediante, sin embargo, ella logró lucirse mostrando lo que la comedia musical le enseñó.

La gran sorpresa se vivió el lunes 16 de julio. La noche empezó con Paula Chavez y Peter Alfonso, la pareja más premiada del verano por su éxito ‘Despedida de soltero’ en Carloz Paz, bailando disco con una coreografía de Vanesa García Millán. No consiguieron la aprobación del jurado pero sus fans los aclamaron igual. Con una larga previa llena de humor, sonrisas, pedidos de matrimonio y mucho carisma, los participantes se retiraron con una sonrisa dibujada en la cara.

El ánimo cambió inmediatamente con el anuncio de la pareja siguiente. Tinelli invitó al escenario a Ayelén Barreiro, una joven de 21 años con síndrome de Down que bailó acompaña de Franco Cadelago. Sus compañeros de la escuela no tardaron en emocionarse y vociferar al unísono que ‘sí, se puede’, acompañada de familiares y un estudio entero unido por la causa, el momento fue emocionante. Ayelén presentó a su novio Facundo, quien confesó que le gusta el reggeaton y la cumbia, que está enamorado de Ayelén y sin ninguna timidez, le pidió al jurado que le regale un diez a su novia. El baile fue conmovedor, la joven gimnasta se desenvolvió de una manera natural y con una facilidad rítmica fuera de lo común. El momento más emotivo de la noche fue la carta que leyó, donde, entre muchas cosas, pidió ser tratada con igualdad, sin prejuicios, afirmó no ser un ángel ni un ser distinto a los demás y agradeció todo lo que pudo. No solo los jurados se emocionaron, los camarógrafos, los sonidistas, el público y todas las personas dentro del estudio, estaban conmovidos por la situación y aplaudían al coro de ‘sí, se puede’.

Instantáneamente siguió el mismo lema pero vociferado por un grupo distinto, los participantes de ‘Cuestión de Peso’. Jenny Owczarczyn, ex participante del reality conducido por Claribel Medina, con 80 kg menos, entraba a la pista de la mano de Agustín Morgante. Acompañada de gritos de halago y aliento, Jenny emocionó al público contando su historia. Habiendo sufrido por su enfermedad, la obesidad, y habiendo atravesado dificultades debido a su peso y las restricciones sociales que sufrió, la participante se mostró agradecida de estar ahí.Los participantes de ‘Cuestion de Peso’ fueron los encargados de festejar el momento y el triunfo personal de Jenny, demostrando que ellos también pueden.

Sin embargo, el panorama no fue positivo para las primeras dos semanas. El rating inicial, con picos de 44 puntos, bajo más de 10 puntos para el final de la segunda semana. Parece ser que Tinelli deberá doblar la apuesta, el público cansado de consumir el mismo producto, comienza a exigir más. ¿Será que sin peleas ni conflictos, el programa carece de consistencia? o, el contenido repetitivo ¿debería ser modificado por un ingrediente intregrador que vuelva a atraer al público?

Por Matías Paladino

Un canal con estilo definido

El éxito en la televisión es algo difícil de lograr. Quienes trabajan en ella comparten la opinión de que está más llena de fracasos que de éxitos. Hay muchos factores que deben alinearse perfectamente para que un programa sea exitoso; y cuando se habla de un canal, son aún más. El estilo es un valor clave, que se construye a través de una estrategia de programación coherente, y que la misma tenga química e identidad con el público. La audiencia se identifica con una emisora, porque después de todo se trata de una marca.

Frente al pobre desempeño en números de audiencia en el pasado 2011, y sin suerte al intentar competir con Canal 13, Telefe se planteó un objetivo claro para este 2012: competir con una programación enfocada a la familia, con contenidos para todos los miembros pero “blancos”, y sin estar mirando continuamente a la competencia. Esa forma de pensar es la que tuvo Gustavo Yankelevich cuando fundó la emisora en 1990, y que condujo a que la empresa tuviese una identidad clara y definida.  Hoy su hijo Tomás sigue los pasos de su padre.


Con la excepción de El hombre de tu vida y Minuto para ganar, el 2011 fue un ciclo lleno de programas fallidos para Telefe. Sobre el cierre del pasado año, se hizo un último intento estrenando una nueva versión de Gran Hermano, la cual tampoco logró la repercusión esperada. Pero a comienzos de este año se puso en marcha la meta planteada, y rindió sus frutos.

Comenzó reestructurando  la tarde con un ciclo de películas dirigidas a la mujer. Historias de amor y problemáticas sociales, presentadas y comentadas de manera acogedora por la actriz Virginia Lago. Hace mucho tiempo que existe un mito en la televisión sobre que el cine en la tarde no funciona. Sin embargo, con este programa tan simple logra ganar a Canal 13 a programas exitosos como Este es el show. Este éxito se fortaleció en horarios más centrales a través de la reposición de Floricienta, Simuladores, Casados con hijos, y una versión en tira de Minuto para ganar.

Otro concepto que se utilizó fue el de entretenimiento simple  y eficaz. No hace falta generar conflicto, mostrar sexo o escenas violentas para tener éxito. Dulce amor era una apuesta que el canal tenía reservada para los mediodías. Pero frente al fracaso de Gran Hermano el canal decidió hacer una apuesta y colocar el culebrón producido por Enrique Estevanez a las 22.30 hs. El resultado comenzó siendo no muy bueno, pero con el correr de las semanas la tira se afianzó y se transformó en un éxito. Posteriormente apareció Graduados, una comedia clásica al mejor "estilo Telefe", y orientada a un público joven – adulto que tiene poco que ver con las ficciones generadas por Canal 13. Esta tira producida por Underground y Endemol  fortaleció el horario central de la emisora, y consiguió hacer que el canal se consagre como líder de audiencia.

La estrategia siguió. Dos tiras exitosas pueden ir una detrás de la otra, o con un programa en el medio haciendo el conocido “sándwich”. Es así que Telefe corrió Dulce amor para las 23.15, y entre ella y Graduados colocó La Dueña, La Tribu, El Donante, y la segunda temporada de El hombre de tu vida. Todos con una repercusión más que aceptable.

A ello se le suman los programas con contenido social, donde se buscan resaltar ciertos valores como el nuevo programa de entretenimientos Todo es posible. Un programa donde se busca cumplir sueños y donde también hay juegos. Uno de los segmentos más importantes es “El mejor día de tu vida”, en el cual familiares y amigos hacen un homenaje a una persona común… Por el sólo hecho de ser una muy buena persona. Y se resaltan todas las buenas acciones que el mismo realizó a lo largo de toda su vida. En la televisión no estamos acostumbrados a este tipo de homenajes, y tampoco en nuestro país.

El estilo de un canal es fundamental para que tenga éxito. Hoy la programación de Telefe lo tiene definido y pareciera que todas las piezas encastran donde deben ir. Y eso se refleja en la audiencia. Telefe cerró el 2011 en segundo lugar con un promedio de audiencia casí 4 puntos inferior al de canal 13, y a fines de enero de este 2012 ya estaba posicionado en primer lugar, puesto que mantiene hasta el momento.

Por Juan Pablo Martínez Kolodziej