Mirtha Legrand es la dueña de muchas cosas: de un lugar de privilegio en el mundo de los medios de comunicación de Argentina, de muchas películas memorables de nuestro cine nacional, de un espacio único de vigencia en la televisión abierta argentina y dueña de sus propios deseos, donde elije qué hace y qué deja de hacer.
Una trayectoria de más de casi 70 años lleva a que su protagonista ejerza el derecho de mirarse a sí misma todo el tiempo. Es el proceso lógico que vive todo artista, el de volver sobre su pasado y trayectoria y convertirse en autorreferencial. Y esto es en realidad La dueña: el lugar, desde la ficción, en donde ML puede volverse a presentar en escena, a mirarse en cámara y a ponerse en contacto con su público. Casi nos animamos a decir, que la ficción elegida es un pretexto para que este proceso se ponga en marcha. Es más, cualquier ficción hubiera sido el terreno propicio para que esto sucediera. ¿La dueña es entonces una excusa? Sí, para que ML siga siendo y haciendo de ML. Esta libertad se la dio la historia que construyó y de la que no puede disociarse; porque ella ya es su personaje y lo representa en cada acción que realiza, tanto en su vida privada como profesional. ML es ELLA en un noticiero, a la salida de un teatro, en un almuerzo o en una ficción. Es decir, el nuevo programa está subordinado a ML y esto hace que algunas características propias del género elegido, se desvanezcan o no tengan el peso que una ficción, en el canal que se emite, requiere.
Es el gran desafío de los productores: ¿Se va a dar a conocer el personaje de Sofía Ponte o a Mirtha Legrand como Sofía Ponte? Y la respuesta es sólo una: ella es las dos en una. Y por momentos, según cada toma o cada escena, una gana a la otra, aunque por lo general, debemos reconocerlo, ML gana a Sofía Ponte.
¿Y cómo se acerca el público al programa? Sin dudas, a ver a la segunda, a ML, a la que conoce, con la que se identifica, de la que sabe cómo va a reaccionar a cada instante. Por ello, la ficción no emociona ni logra empatía, lo que queremos es que ML sea ella, sea ML, y no Sofía Ponte y desde este dilema, la audiencia debe realizar un esfuerzo enorme por sostener su fidelidad al programa. A ML se le cree por ser ella misma, no por ser ML interpretando a otra persona. Ella no puede desligarse de su personaje y construir uno autónomo. ¿Se podrá? ¿Un productor lograría esto? ¿O el peso del personaje principal ya conocido es tal que opaca cualquier intento de originalidad?
La propia actriz ha dicho:
"Resulta muy difícil alejarse de lo que uno fue durante tanto tiempo. Desprenderse de los gestos, de las expresiones, de las actitudes y hasta de las manías que uno tiene no es fácil. Por eso, a veces dejo que se cuelen algunas cosas que son de mi cosecha. Eso sí, con la anuencia del autor y del director". (En: http://www.lanacion.com.ar/1465015-mirtha-legrand-duena-senora-y-diva, consulta 22 de junio de 2012).
Frase tan cierta e irrefutable a la vez: no se puede dejar de ser Mirtha Legrand, ni en la vida real ni en una ficción.
Por Gabriela Fabbro
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