Familia de clase media, drogas, muerte, crimen, huida….
Todas estas son palabras que podrían pertenecer tanto a una descripción de Weeds como de Breaking Bad. En ambos casos se trata de series norteamericanas que
este año llegan a su fin luego de varios años de éxito.
¿Qué es lo que realmente une a estas producciones? En
palabras simples, la lucha desesperada de una persona por sacar adelante a una
familia, sin importarle la violación de los códigos morales de la sociedad en
la que vive. Los protagonistas de ambas series provocan una relación de simpatía
por parte del público que luego parece cada vez menos justificada, ¿pero es
necesario que siempre estemos del lado de los buenos? ¿Qué tal si, en contra de
lo común, esta vez estamos del lado del antihéroe? Por este camino nos han llevado ya varias producciones de los últimos años como Dr. House o The Sopranos, por citar sólo dos de los ejemplo más paradigmáticos.
Weeds, creada por
Jenji Kohan, debutó en los EE.UU en agosto de 2005. El género que mejor
describe a esta serie es el de la comedia dramática, y es que las situaciones
en las que ve involucrada una madre de familia de la alta clase media para
mantener las apariencias rayan en lo absurdo.
Nancy Botwin debe velar por sus hijos – de 10 y 15 años – en la
situación de quiebra en que queda luego de la muerte de su esposo. Nancy ve la
salida a sus problemas en la venta de marihuana.
Walter White, personaje principal de Breaking Bad, es profesor de química en una secundaria a pesar de
estar sobre calificado para el puesto. Esta serie, creada y producida por Vince
Gilligan, tiene un tono más dramático, aunque muchas veces lo tragicómico de
las escenas nos hagan reír al igual que en Weeds.
Diagnosticado con cáncer terminal, Walter se ve obligado a
encontrar una forma de dejarle el dinero necesario a su esposa – embarazada de
6 meses – para que a ella y su hijo discapacitado de 17 no les falte nada.
Walter encuentra la solución en la venta de metanfetamina.
Aquí es donde nos encontramos con un conflicto moral, porque
vivimos en una sociedad en la que tanto la venta de marihuana como la de metanfetamina
son estrictamente ilegales y más que eso, están relacionadas con redes de
altísimos índices de criminalidad. ¿Hasta dónde puede llegar nuestra simpatía
por los personajes de Nancy y Walter que ven en estos negocios la única forma
de salvar a sus familias?
A medida que se suceden los capítulos, en ambas series se
vuelve cada vez más difícil la justificación de los actos de los protagonistas
que ya muchas veces no persiguen únicamente la supervivencia sino que son teñidos
de ambiciones que los hacen cada vez más inescrupulosos. Sin embargo, y esto es
lo que lleva al televidente a seguir cada capítulo, las acciones de Nancy y Walter
tienen su consecuencias y la superación de cada obstáculo es lo que hace de
estas series productos que no pierden el hilo del suspenso.
Gilligan ha hablado de las dificultades que presenta el
personaje de Walter White para él a la hora de escribir por su carácter tan
oscuro y moralmente cuestionable: “extrañaré el programa cuando termine, pero
de algún modo también será un alivio no tener más a Walt en mi cabeza”.
Tanto Weeds como Breaking Bad son ejemplos de un producto
televisivo que además de entretenernos nos lleva a una reflexión profunda. En
una entrevista realizada por la revista Newsweek, Vince Gilligan expresó la que según él es la diferencia primordial
entre ambos programas: “Weeds es un
programa más jocoso acerca de las trampas de los suburbios, a diferencia de
nuestra serie que es más un estudio de personaje acerca de este hombre que va dejando
de lado su propia alma”.
Ambas series presentan, aunque de formas muy distintas, un
mismo conflicto: el protagonismo del antihéroe que con una moral propia,
distinta a la de la mayoría de la sociedad, persigue un fin bondadoso… Y aquí
la pregunta que surge inevitablemente es ¿hasta qué punto el fin justifica al
medio?
Por Yasmin Reddig
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