Al recorrer los canales de la televisión abierta argentina, llama poderosamente
la atención el enorme protagonismo que tienen los llamados “programas de
chimento”, sobre todo en horarios de la tarde. ¿Dónde quedan los contenidos
originales? ¿Cuál es la gracia de rever una y otra vez escenas de programas
anteriores?
Estos programas se encuentran en una franja horaria en la que los chicos
regresan a sus casas después del colegio. Supongamos que estamos en un mundo
ideal, en el que el horario de protección al menor o “apto para todo público”,
como lo llama la nueva ley de medios, se respeta y los niños no ven televisión
más allá de las diez de la noche. Hay varios problemas: empecemos por que los
programas de la tarde repiten los fragmentos más “significativos” de la noche; o
sea que los ven igual. Además, sabemos que hoy en día son muy pocos los padres
que fomentan el buen descanso de los más pequeños y no les permiten ver
televisión luego de las 22.
La verdad es que los programas del horario central se han convertido en
los telones de fondo y muchas veces en protagonistas de las cenas familiares.
Programas como Showmatch, de Marcelo
Tinelli, están en boca de todos, no por lo que entretienen, sino por la
escandalización que provocan.
A pesar de que Showmatch comienza
una vez pasada la placa que anuncia el fin del “horario apto para todo
público”, sus contenidos muchas veces rozan lo pornográfico. Pensemos en la
actuación de Nazarena Vélez en su baile del caño en el año 2007 que terminó con
un topless. Más allá de la cuestionable
moralidad de este acto en televisión abierta, lo más grave fue que en ese
momento se encontraban alrededor de 300 menores de edad en el estudio (más los
que estaban frente a la pantalla). Pongo este ejemplo, porque el fin de la
historia fue la sanción por parte del COMFER - desde la promulgación de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual llamado Autoridad
Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) - a Showmatch
y a todos los programas que repitieron las escenas en los días siguientes.
¿Pero es ése el fin de la historia? Lamentablemente esa sanción no persistió en
la conciencia de los ejecutivos del programa y, varias veces volvimos a ver
escenas similares.
No sólo las imágenes inadecuadas afectan el horario de protección al
menor, también el lenguaje utilizado en la TV ha perdido calidad año a año. Las
agresiones verbales y la cultura del chimento se han convertido en estrellas de
la grilla de programación.
En el año
2003, el entonces secretario de la Academia de Educación, Alfredo M. van
Gelderen, afirmó: "Si consiguiéramos un progresivo cuidado del uso del
lenguaje en la radio y en la TV pondríamos en marcha una verdadera escuela
sin paredes para mejorar el habla de los argentinos". Utilizó como
ejemplo a seguir el de Gran Bretaña, donde no existe una Academia de la Lengua,
sino que "el modelo de referencia del buen uso del idioma es la BBC”.
¿Y cuál es la solución al problema de la emisión de contenidos
inadecuados para los más pequeños? La realidad es que la TV es un
medio masivo que llega a grandes y chicos. El bajo nivel de calidad de los
contenidos que se emiten a diario atentan contra la educación informal, no sólo
de los niños, sino de todo el país.
Quizás la TV debería empezar por
replantearse su grado de responsabilidad en la sociedad en cuanto creadora y
difusora de valores, que influyen sobre todo en los más pequeños.
Por Yasmin
Reddig
No hay comentarios:
Publicar un comentario